Los Quintos

Más de un siglo de tradición

La tradición de los Quintos viene dada en Pradejón desde hace más de un siglo, al menos desde que en 1912 se instauró el servicio militar obligatorio en España. El año de los Quintos se convirtió en un periodo preparatorio para aquellos jóvenes varones que abandonaban la villa durante años para curtirse en la "mili". Al mismo tiempo, también suponía la celebración ritualizada de la entrada de estos jóvenes en la edad adulta y la oportunidad de demostrar su hombría ante las mozas de la localidad. Muchos de ellos dejaban mujeres o prometidas que, durante los largos años de espera, no podían relacionarse con otros hombres y se veían obligadas a salir siempre juntas. Se las conocía como "las viudas".

Con el paso del tiempo y tras la abolir el servicio militar en 2001, la celebración de los Quintos terminó siendo mixta. Actualmente, los Quintos y Quintas que ese año cumplen los 18, participan juntos en cada uno de los actos que se celebran a lo largo del año, exceptuando la última semana.

Quintos y Quintas en los años 70.

La Hoguera de los Quintos

El nuevo año marca la entrada de una nueva quinta. El 31 de diciembre, los Quintos salen en busca de leña para hacer una hoguera que se quemará la mañana de Año Nuevo. Minutos antes de finalizar el año, Quintos y Quintas se reunen para tomar las uvas, todos van vestidos con buzos azules que lucirán en cada una de las celebraciones del año. Tras las uvas, los Quintos van a la Plaza para iniciar la quema de petardos, rastreras y cohetes, donde la gran masa azul queda nublada por el humo y el fuego.

Las mujeres de los Quintos, conocidas como "las viudas".

Durante casi una hora, la pólvora sigue sonando en un sinfín de estruendosas estampidas y, tras la petardada, los Quintos dan la bienvenida al nuevo año de forma festiva. Sobre las 5 de la mañana se enciende la gran hoguera y, hacia las 9, Quintos y Quintas almuerzan juntos tras su noche de diversión. Ese mismo día, todos comen juntos y algunos no se acostarán hasta el día siguiente.

El Carro de los Quintos

El Carro de los Quintos se celebra el 19 de marzo, día de San José, o si este no cae en domingo, el próximo domingo más cercano. El Carro se prepara una semana antes, consistiendo en una especie de casa rectangular con estructura de madera y cañas cubiertas de hiedra, dejando unas ventanas a ambos lados del carro para que los jóvenes se asomen. Normalmente, este se adorna con banderas, globos y laurel. Actualmente se hacen dos carros, uno para los Quintos y otro para las Quintas.

Carro de los Quintos en los años 50.

La mañana del 19 de marzo, los carros son cargados de pastas, magdalenas y roscas españolas. Después de la misa en honor a San José, ambos carros se dirigen a la Plaza y allí se inicia el lanzamiento de lo cargado. Seguidamente, cada grupo intenta derribar la estructura de su carro, saliendo vencedor aquel que primero lo haga. Después, Quintos y Quintas comen juntos de nuevo.

El Mayo de los Quintos

Mayo de los Quintos.

El Mayo de los Quintos se celebra el domingo de Pascua de Pentecostés. El día anterior, los Quintos van a la ribera del Ebro y cortan un chopo, que después transportarán hasta el pueblo. Al tronco se le cortan las ramas y se adorna con banderines y diferentes hierbas, también se le suelen colgar animales, como gallinas y conejos. El Mayo representa la fecundidad masculina de los mozos, que se lucen ante el pueblo.
Tras adornarlo, se cava un agujero hondo y, con la ayuda de tractores, se levanta y se fija. En la punta del chopo se atan previamente dos sogas y, desde puntos opuestos, los Quintos y las Quintas tiran hasta derribar el tronco, compitiendo por ver cuál de las sogas derriba el árbol primero. Cómo no, el festejo culmina con una comida de todos los Quintos.

La Semana de los Quintos

La Semana de los Quintos es quizás la más importante de todas las celebraciones del año y, en este caso, todavía sigue siendo exclusiva de los hombres. En esa semana, los Quintos recorren todas las casas del pueblo pidiendo dinero para luego gastarlo en cenas, comidas y otros menesteres menos confesables, suponiendo la consumación definitiva de su masculinidad.